Antes de comenzar a entender la madurez espiritual, entendamos primero a la madurez en general. De acuerdo a diferentes diccionarios, la madurez es la culminación del proceso de desarrollo de una persona en relación con sus condicionantes. También en el sentido figurativo es cuando la persona alcanza el buen juicio, prudencia o sensatez; en otras palabras, es la capacidad de tener buen juicio para tomar buenas decisiones.
Luego, entendamos cómo se llega a la madurez espiritual para luego definirla. Basándonos en la definición general y apoyándonos en el paradigma religioso de desarrollo espiritual en tres niveles o etapas podemos entender y definir la madurez espiritual en el contexto de nuestro programa.
Primera Etapa. Cuando uno es alimentado espiritualmente: En esta etapa es cuando somos nuevos en el programa; aquí por lo general somos alimentado espiritualmente por otros en el grupo y fuera de el. Nuestro guía espiritual o las personas con las que nos identificamos nos enseñan el camino de la fe y como aplicar los 12 Pasos en nuestra vida diaria, pero sobre todo nos enseñan a iniciar una relación con un Poder Superior.
Segunda etapa. Cuando uno se alimenta espiritualmente así mismo: En esta etapa es cuando empezamos a practicar más los 12 Pasos y aplicar más las herramientas que nos ofrece el programa en nuestra vida diaria, fortaleciendo nuestra relación con nuestro Poder Superior y con otros seres humanos. En esta etapa se profundiza nuestra transformación espiritual. Disfrutamos cada vez más de la independencia del espíritu, pero todavía nos falta culminar nuestro desarrollo. Esta etapa es transitoria hacia la madurez espiritual. Se parece a la adolescencia o temprana juventud ya que, aunque grandes en edad no necesariamente podemos dar mucho a otros porque nosotros mismos no hemos terminado de culminar la maduración.
Tercera etapa. Cuando uno alimenta a otros: Es la etapa es cuando nos convertimos en guías y padrinos de otros con nuestros ejemplos de la práctica de los 12 Pasos. En este nivel tenemos una relación más consiente y fuerte con Dios que se hace visible en nuestra actitud y juicios hacia los demás y hacia las situaciones cotidianas; es cuando alcanzamos a tener lo que otros quisieran tener, como madurez general. Muchas veces las personas espiritualmente maduras no necesitan hablar mucho para transmitir paz y recuperación.
Aunque en todas las etapas siempre hay un grado de mutua dependencia, las características definidas aquí, nos sitúan en las diferentes etapas de desarrollo espiritual.
En conclusión, la madurez espiritual es cuando experimentamos un nivel de desarrollo espiritual culminante donde alimentamos espiritualmente a otros convirtiéndonos en padrinos y guías espirituales para otros (III Etapa). También sentimos una sensación más plena de la vida, aprendiendo el significado de amar a tu prójimo como a ti mismo. Nuestro constante y firme relación con un Poder Superior nos produce un nuevo estado de conciencia en donde podemos sentir, hacer, y creer, cosas que antes ni siquiera imaginábamos o sonábamos con tener como paz espiritual y sano juicio. En otras palabras, sentimos una sensación más plena de la vida y llegamos a entender el significado de amaras a tu prójimo como a ti mismo.